viernes, 4 de abril de 2008

Clases de tango con El Indio y Francisca Durao lunes y jueves

Las clases con El Indio y francisca Durao son en Sarmiento 4006 la Catedral Lunes 21 30HS A 23 30HS Y jueves de 20hs a 22hs valor e la clase 30 $. en Sarmiento 4006 y Medrano ,Almagro traer ropa y calzado cómodo
El Indio.

martes, 9 de octubre de 2007

Contra el Lennguaje Basura




1. Se sabe que el erotismo sugiere. Que, al sugerir, seduce. Que, al seducir, embriaga, juega con los sentidos por medio de la imaginación. Que nos deja librados a nuestra libertad. Que, en fin, nosotros, desde nuestro deseo, deberemos completar la imagen. La pornografía no sugiere ni seduce ni embriaga. La pornografía es directa, es brutal, abomina de la imaginación porque abomina y desdeña al receptor. No le concede la libertad de la imaginación, el juego de la fantasía. No le concede nada a su propia creatividad. No hay creatividad. Sólo hay explicitez, visibilidad infinita, o sea, obscenidad. Obsceno es lo que exhibe todo. El erotismo estructura artísticamente al sexo. La pornografía lo exhibe con tosquedad, con un pretendido realismo que sólo es ausencia de estética, negación del goce, reclamo brutal de lo primitivo, de la fiesta áspera y hormonal de lo primario.
Lo mismo con el lenguaje. No hay palabras “malas” ni hay palabras “buenas”. Hay palabras. Lo que determina que una palabra sea valiosa o sea una cloaca es la estructuración del lenguaje. Las palabras se “organizan” para transmitir. El comunicólogo transmite. Si está al servicio de una estética porno, primaria, y hasta bestial y agresiva arrojará palabras incluidas en contextos primarios, de un pretendido realismo que sólo es el pretexto de la pornografía del lenguaje. Los medios de comunicación están en manos de cultores de la estética de la basura. Se habla, sin mesura alguna, con orgullo incluso, de la televisión basura. La televisión basura está hecha por emisores basura para receptores basura, o que muy pronto lo serán. Detrás de una pretendida autenticidad popular se encubre el más tosco de los primitivismos, la falta de elaboración, la frontalidad sin matices, la falta de ingenio. Ninguno de estos comunicadores-basura tiene ingenio, ni talento. Sólo se limitan a reproducir (con un realismo extremo: tal como la pornografía) los aspectos más ásperos, más directos de una cultura que no lo es, de una estética de la no elaboración, de un arte que detesta el arte porque no sabe hacerlo y porque es más fácil copiar la basura, copiar el lumpenaje, la marginalidad extrema que expresarla en un contexto que la respete. El realismo basura no respeta lo que exhibe. Lo exhibe tal como dice que es. Pero ni siquiera “esa” realidad tiene la impureza, la tosquedad que los medios le otorgan. Porque lo más dañino que hacen los medios es una organización cloacal de la realidad. Los sectores populares no viven puteando y hasta a veces suelen colocar una puteada con una gracia y una justeza a la que ni por asomo llegará el comunicador obsceno, que sólo busca lo directo, lo que golpea, lo que, incluso, asombra. De esta forma, el ciudadano medio que escucha a los comunicólogos cloaca con frecuencia no puede creer lo que escucha. Se ríe de la guasada y, a la vez, se asombra de que se llegue a tales extremos. Bien, la pregunta es: ¿por qué se llega hasta ahí? Porque la basura es fácil y la basura vende. Un negocio en verdad redondo. Así, cada vez el receptor pedirá más basura. Como una comida cuyo condimento se aumenta día a día y llega por fin el instante en que nada alcanza. ¿A dónde piensan llegar los comunicólogos cloaca? Hasta donde sea necesario para seguir sumando rating. Ganando dinero con la basura. Lo grave de la basura es que crea más y más basura. Cada vez los medios serán más cloacales y los receptores, para saciarse, necesitarán más explicitez, más frontalidad, más pornografía, en suma, más mierda. Una vez aquí, hundidos en la impecable mierda que día a día alimentan nuestros medios, no sabremos cómo salir porque viviremos, sin siquiera saberlo, sumergidos en ella.
Que quede bien claro: ésta no es una lucha entre puritanos que se asustan de las malas palabras y auténticos comunicadores populares que hablan el lenguaje del pueblo. Es una lucha entre gente decente y mercaderes impúdicos, traficantes de pornografía y apasionados, fanáticos envenenadores de conciencias, aniquiladores de ese pueblo que dicen representar y que, ante todo, si algo merece, merece que sea otra la gente que le dirija la palabra.
Si los medios son mediáticos es porque no son inmediatos, sino porque esa “mediatez” es creatividad, elaboración, arte popular o cualquier otra forma de arte. Pero arte, no pornografía.

2. Pocas cosas superan un ejemplo que golpea en el punto exacto. Como (me permitiré insistir en esto) los comunicadores cloaca se defenderán diciendo que están frente a dinosaurios puristas, frente a censores encubiertos o frente a beatos de la lengua obsesionados por su uso santo y virginal, recurriremos a un ejemplo, tomaremos una palabra fuerte, ruidosa, con porte de vendaval y llena de sonido y de furia, como Shakespeare, en Macbeth, imaginaba la historia. La palabra es la palabra “pedo”. ¿Es buena, es mala? Ni una cosa ni la otra. Si la usan dentro de la estética comunicacional cloaca será mala porque se apelará a su aspecto abiertamente gástrico, a su cualidad para el insulto torpe y desdeñoso, a la risa fácil que despierta. (El público está tan maltratado en esto que no bien escucha un insulto, una grosería, una puteada brutal se ríe. Es una ley del show business guarango: por cada puteada cien carcajadas fáciles. Los cómicos de las revistas lo saben: cuando se te acaben los chistes, cuando ya no sepas cómo hacer reír al público, decite una puteada: la platea reirá, ya están condicionados a eso como lo estaban los perritos de Pavlov para salivar ante la comida.) Volvamos a la palabra-vendaval. En 1991 publiqué una novela, El cadáver imposible, narrada por un señor –en efecto– casto, puritano y, por consiguiente, bastante bobo. El hombre, el narrador, no quiere escribir esa palabra fea, la palabra “pedo”. Escribe, entonces, “ventosidades ruidosas”. Esta expresión es más cloacal que “pedo” porque revela el espíritu reprimido, inquisitorial y clerical medievalista de quien la instrumenta. La cuestión, con las palabras, reside en el talento y el arte para usarlas. Eso las vuelve buenas o malas. Francisco de Quevedo y Villegas, que estudió con los jesuitas, murió en 1645 y nunca supo nada, pero nada de la tele basura escribió: “El pedo es tan importante / para la salud/ que en soltarle/ está el tenerla”. Y Leopoldo Marechal, que hizo de la cultura helénica la suya, cierra su Adán Buenosayres con una frase que es, sin duda, un vendaval de gracia y talento: “Solemne como pedo de inglés”. Si alguno de nuestros comunicadores cloaca lograra, alguna vez, incluir una “mala” palabra en una frase de tal ingenio no sería eso, no sería un comunicador basura, sería un artista y bien ganada tendría la permanencia en su puesto. Si no sabe hacerlo, que le haga entonces un sencillo favor a la cultura de este país tan necesitado de actos generosos, de desprendimientos patrios: que se vaya.
por José Pablo Feinmann

sábado, 6 de octubre de 2007

fotos de Giannicola del Festival de Catania, Cilcilia , Italia


Si haces click en el titulo poder ver sus fotos y su pagina.

miércoles, 25 de julio de 2007

Julio Cortázar milonga



Milonga

Extraño la Cruz del Sur
cuando la sed me hace alzar la cabeza
para beber tu negro vino medianoche.
Y extraño las esquinas con almacenes dormilones
donde el perfume de la yerba tiembla en la piel del aire.

Comprender que eso está siempre allá
como un bolsillo donde a cada rato
la mano busca una moneda el cortapluma el peine
la mano infatigable de una oscura memoria
que recuenta sus muertos.

La Cruz del Sur el mate amargo.
Y las voces de amigos
usándose con otros.

haciendo clikc en el titulo podes leer Rayuela

sábado, 21 de julio de 2007

Roberto Arlt fragmentos de las aguasfuertes porteñas






LOS CHICOS QUE NACIERON VIEJOS



Caminaba hoy por la calle Rivadavia, a la altura de Membrillar, cuando vi en una equina a un muchacho con cara de “jovie”; la punta de los faldones del gabán tocándole los zapatos; las manos sepultadas en el bolsillo; el “fungi” abollado y la grandota nariz pálida como lloviéndole sobre el mentón. Parecía un viejo, y sin embargo no tendría más de veinte años... Digo veinte años y diría cincuenta, porque esos eran los que representaba con su esgunfiamiento de mascarón chino y sus ojos enturbiados como los de un antiguo lavaplatos. Y me hizo acordar de un montón de cosas, incluso de los chicos que nacieron viejos, que en la escuela ya...

Esos pebetes... esos viejos pebetes que en la escuela llamábamos “ganchudos”—¿por qué nacerán chicos que desde los cinco años demuestran una pavorosa seriedad de ancianos?— y que concurren a la clase con los cuadernos perfectamente forrados y el libro sin dobladuras en las páginas.

Podría asegurar, sin exageración, que si queremos saber cuál será el destino de un chico no tendremos nada más que revisar su cuaderno, y eso nos servirá para profetizar su destino.

Problema brutal e inexplicable porque uno no puede saber qué diablos es lo que tendrá ese nene en el “mate”; ese nene que a los quince años va al primer año del colegio nacional enfundado en un sobretodo y que hasta mezquino y tacaño de sonrisa resulta, y después, algunos años más tarde, lo encontramos y siempre serio nos bate que estudia de escribano o de abogado, y se recibe, y sigue serio, y está de novio y continúa grave como Digesto Municipal; y se casa, y el día que se casa, cualquiera diría que asiste al fallecimiento de un señor que dejó de pagarle los honorarios...

No se hicieron la rata. ¡Nunca se hicieron la rata! Ni en el colegio ni en el Nacional. De más está decir que jamás perdieron una tarde en el café de la esquina jugando al billar. No. Cuando menos o cuando más, o a lo más, las diversiones que se permitieron fue acompañar a las hermanas al cine, no todos los días, sino de vez en cuando.

Pero el problema no es éste de si cuando grandes jugaron o no al billar, sino por qué nacieron serios. Los culpables, ¿quiénes son; el padre o la madre? Porque hay purretes que son alegres, joviales y burlones, y otros que ni por broma sonríen; chicos que parecen estar embutidos en la negrura de un traje curialesco, chicos que tienen algo de sótano de una carbonería complicado con la afectuosidad de un verdugo en decadencia. ¿A quiénes hay que interrogar?, ¿a los padres o a las madres?

Fijándose un poco en los susodichos nenes, se observa que carecen de alegría como si los padres, cuando los encargaron a París, hubieran estado pensando en cosas amargas y aburridas. De otra forma no se explica esa vida esgunfiada que los chicos almacenan como un veneno echado a perder.

Y tan echado a perder que pasan entre las cosas más bonitas de la creación un gesto enfurruñado. Son tipos que únicamente gustan de las mujeres, del mismo modo que los cerdos de las trufas, y en sacándolos de eso no baten ni medio.

Sin embargo las teorías más complicadas fallan cuando se trata de explicar la psicología de estos menores. Hay señoras que dicen, refiriéndose a un hijo desabrido:

—Yo no sé a “quién” sale tan serio. Al padre, no puede ser, porque el padre es un badulaque de marca mayor. ¿A mí? Tampoco.

Chicos pavorosos y tétricos. Chicos que no leyeron nunca El corsario negro, ni Sandokan. Chicos que jamás se enamoraron de la maestra (tengo que escribir una nota sobre los chicos que se enamoran de la maestra); chicos que tienen una prematura gravedad de escribano mayor; chicos que no dicen malas palabras y chicos que siempre entraron a la escuela con los zapatos perfectamente lustrados y las uñas limpias y los dientes lavados; chicos que en la fiesta de fin de año son el orgullo de las maestras que los exhiben con sus peinados a la cola y gomina; chicos que declaman con énfasis reglamentado y protocolar el verso A mi bandera; chicos de buenas clasificaciones; chicos que del Nacional van a la Universidad, y de la Universidad al Estudio, y del Estudio a los Tribunales, y de los Tribunales a un hogar congelado con esposa honesta, y del hogar con esposa honesta y un hijo bandido que hace versos, a la Chacarita... ¿Para qué habrán nacido estos hombres serios? ¿Se puede saber? ¿Para qué habrán nacido estos menores graves, estos colegiales adustos?

Misterio. Misterio.





DIVERTIDO ORIGEN DE LA PALABRA “SQUENUN”



En nuestro amplio y pintoresco idioma porteño se ha puesto de moda la palabra “squenun”.

¿Qué virtud misteriosa revela dicha palabra? ¿Sinónimo de qué cualidades psicológicas es el mencionado adjetivo? Helo aquí:

En el puro idioma del Dante, cuando se dice “squena dritta” se expresa lo siguiente: Espalda derecha o recta, es decir, que a la persona a quien se hace el homenaje de esta poética frase se le dice que tiene la espalda derecha; más ampliamente, que sus espaldas no están agobiadas por trabajo alguno sino que se mantienen tiesas debido a una laudable y persistente voluntad de no hacer nada, más sintéticamente, la expresión “squena dritta” se aplica a todos los individuos holgazanes, tranquilamente holgazanes.

Nosotros, es decir el pueblo, ha asimilado la clasificación, pero encontrándola excesivamente larga, la redujo a la clara resonante y breve palabra de “squenun”.

El “un” final, es onomatopéyico, redondea la palabra de modo sonoro, le da categoría de adjetivo definitivo, y el grave “squena dritta” se convierte por esta antítesis, en un jovial “squenun”, que expresando la misma haraganería la endulza de jovialidad particular.

En la bella península itálica, la frase “squena dritta” la utilizan los padres de familia cuando se dirigen a sus párvulos, en quienes descubren una incipiente tendencia a la vagancia. Es decir, la palabra se aplica a menores de edad que oscilan entre los catorce y diecisiete años.

En nuestro país, en nuestra ciudad mejor dicho, la palabra “squenun” se aplica a los poltrones mayores de edad, pero sin tendencia a ser compadritos, es decir, tiene su exacta aplicación cuando se refiere a un filósofo de azotea, a uno de esos perdularios grandotes, estoicos, que arrastran las alpargatas para ir al almacén a comprar un atado de cigarrillos, y vuelven luego a su casa para subir a la azotea donde se quedarán tomando baños de sol hasta la hora de almorzar, indiferentes a los rezongos del “viejo”, un viejo que siempre está podando la viña casera y que gasta sombrero negro, grasiento como el eje de un carro.

En toda familia dueña de una casita, se presenta el caso del “squenun”, del poltrón filosófico, que ha reducido la existencia a un mínimo de necesidades, y que lee los tratados sociológicos de la Biblioteca Roja y de la Casa Sempere.

Y las madres, las buenas viejas que protestan cuando el grandulón les pide para un atado de cigarrillos, tienen una extraña debilidad por este hijo “squenun”.

Lo defienden del ataque del padre que a veces se amostaza en serio, lo defienden de las murmuraciones de los hermanos que trabajan como Dios manda, y las pobres ancianas, mientras zurcen el talón de una media, piensan consternadas ¿por qué ese “muchacho tan inteligente” no quiere trabajar a la par de los otros?

El “squenun” no se aflige por nada. Toma la vida con una serenidad tan extraordinaria que no hay madre en el barrio que no le tenga odio... ese odio que las madres ajenas tienen por esos poltrones que pueden enamorarle algún día a la hija. Odio instintivo y que se justifica, porque a su vez las muchachas sienten curiosidad por esos “squenunes” que les dirigen miradas tranquilas, llenas de una sabiduría inquietante.

Con estos datos tan sabiamente acumulados, creemos poner en evidencia que el “squenun” no es un producto de la familia modesta porteña, ni tampoco de la española, sino de la auténticamente italiana, mejor dicho, genovesa o lombarda. Los “squenunes” lombardos son más refractarios al trabajo que los “squenunes” genoveses.

Y la importancia social del “squenun” es extraordinaria en nuestras parroquias. Se le encuentra en la esquina de Donato Álvarez y Rivadavia, en Boedo, en Triunvirato y Cánning, en todos los barrios ricos en casitas de propietarios itálicos.

El “squenun” con tendencias filosóficas es el que organizará la Biblioteca “Florencio Sánchez” o “Almafuerte”; el “squenun” es quien en la mesa del café entre los otros que trabajan, dictará cátedras de comunismo y “de que el que no trabaja no come”; él, que no ha hecho absolutamente nada en todo el día, como no sea tomar baños de sol, asombrará a los otros con sus conocimientos del libre albedrío y del determinismo; en fin, el “squenun” es el maestro de sociología del café del barrio, donde recitará versos anarquistas y las Evangélicas del latero de Almafuerte.

El “squenun” es un fenómeno social. Queremos decir, un fenómeno de cansancio social.

Hijo de padres que toda la vida trabajaron infatigablemente para amontonar los ladrillos de una “casita”, parece que trae en su constitución la ansiedad de descanso y de fiestas que jamás pudieron gozar los “viejos”.

Entre todos los de la familia que son activos y que se buscan la vida de mil maneras, él es el único indiferente a la riqueza, al ahorro, al porvenir. No le interesa ni importa nada. Lo único que pide es que no lo molesten, y lo único que desea son los cuarenta centavos diarios, veinte para los cigarrillos y otros veinte para tomar el café en el bar, donde una orquesta típica le hace soñar horas y horas atornillado a la mesa.

Con ese presupuesto se conforma. Y que trabajen los otros, como si él trajera a cuestas un cansancio enorme ya antes de nacer, como si todo el deseo que el padre y la madre tuvieron de un domingo perenne, estuviera arraigado en sus huesos derechos de “squena dritta”, es decir, de hombre que jamás será agobiado por el peso de ningún fardo.





LA TRISTEZA DEL SÁBADO INGLÉS



¿Será, acaso, porque me paso vagabundeando toda la semana, que el sábado y el domingo se me antojan los días más aburridos de la vida? Creo que el domingo es aburrido de puro viejo y que el sábado inglés es un día triste, con la tristeza que caracteriza a la raza que le ha puesto su nombre.

El sábado inglés es un día sin color y sin sabor; un día que “no corta ni pincha” en la rutina de las gentes. Un día híbrido, sin carácter, sin gestos.

Es día en que prosperan las reyertas conyugales y en el cual las borracheras son más lúgubres que un “de profundis” en el crepúsculo de un día nublado. Un silencio de tumba pesa sobre la ciudad. En Inglaterra, o en países puritanos, se entiende. Allí hace falta el sol, que es, sin duda alguna, la fuente natural de toda alegría. Y como llueve o nieva, no hay adonde ir, ni a las carreras, siquiera. Entonces la gente se queda en sus casas, al lado del fuego, y ya cansada de leer Punch, hojea la Biblia.

Pero para nosotros el sábado inglés es un regalo modernísimo que no nos convence. Ya teníamos de sobra con los domingos. Sin plata, sin tener adonde ir y sin ganas de ir a ninguna parte, ¿para qué queríamos el domingo? El domingo era una institución sin la cual vivía muy cómodamente la humanidad.

Tata Dios descansó en día domingo, porque estaba cansado de haber hecho esta cosa tan complicada que se llama mundo. Pero ¿qué han hecho, durante los seis días, todos esos gandules que por ahí andan, para descansar el domingo? Además, nadie tenía derecho a imponernos un día más de holganza. ¿Quién lo pidió? ¿Para qué sirve?

La humanidad tenía que aguantarse un día por semana sin hacer nada. Y la humanidad se aburría. Un día de “fiaca” era suficiente. Vienen los señores ingleses y, ¡qué bonita idea!, nos endilgan otro más, el sábado.

Por más que se trabaje, con un día de descanso por semana es más que suficiente. Dos son insoportables, en cualquier ciudad del mundo. Soy, como verán ustedes, un enemigo declarado e irreconciliable del sábado inglés.



Corbata que toda la semana permanece embaulada. Traje que ostensiblemente tiene la rigidez de las prendas bien guardadas. Botines que crujían. Lentes con armadura de oro, para los días sábado y domingo. Y tal aspecto de satisfacción de sí mismo, que daban ganas de matarlo. Parecía un novio, uno de esos novios que compran una casa por mensualidades. Uno de esos novios que dan un beso a plazo fijo.

Tan cuidadosamente lustrados tenía los botines que cuando salí del coche no me olvidé de pisarle un pie. Si no hay gente el hombre me asesina.

Después de este papanatas, hay otro hombre del sábado, el hombre triste, el hombre que cada vez que lo veo me apena profundamente.

Lo he visto numerosas veces, y siempre me ha causado la misma y dolorosa impresión.

Caminaba yo un sábado por una acera en la sombra, por la calle Alsina —la calle más lúgubre de Buenos Aires— cuando por la vereda opuesta, por la vereda del sol, vi a un empleado, de espaldas encorvadas, que caminaba despacio, llevando de la mano una criatura de tres años.

La criatura exhibía, inocentemente, uno de esos sombreritos con cintajos, que sin ser viejos son deplorables. Un vestidito rosa recién planchado. Unos zapatitos para los días de fiesta. Caminaba despacio la nena, y más despacio aún, el padre. Y de pronto tuve la visión de la sala de una casa de inquilinato, y la madre de la criatura, una mujer joven y arrugada por las penurias, planchando los cintajes del sombrero de la nena.

El hombre caminaba despacio. Triste. Aburrido. Yo vi en él el producto de veinte años de garita con catorce horas de trabajo y un sueldo de hambre, veinte años de privaciones, de sacrificios estúpidos y del sagrado terror de que lo echen a la calle. Vi en él a Santana, el personaje de Roberto Mariani.



Y en el centro, la tarde del sábado es horrible. Es cuando el comercio se muestra en su desnudez espantosa. Las cortinas metálicas tienen rigideces agresivas.

Los sótanos de las casas importadoras vomitan hedores de brea, de benzol y de artículos de ultramar. Las tiendas apestan a goma. Las ferreterías a pintura. El cielo parece, de tan azul, que está iluminando una factoría perdida en el África. Las tabernas para corredores de bolsa permanecen solitarias y lúgubres. Algún portero juega al mus con un lavapisos a la orilla de una mesa. Chicos que parecen haber nacido por generación espontánea de entre los musgos de las casas-bancas, aparecen a la puerta de “entrada para empleados” de los depósitos del dinero. Y se experimenta el terror, el espantoso terror de pensar que a estas mismas horas en varios países las gentes se ven obligadas a no hacer nada, aunque tengan ganas de trabajar o de morirse.

No, sin vuelta de hoja; no hay día más triste que el sábado inglés ni que el empleado que en un sábado de éstos está buscando aún, a las doce de la noche, en una empresa que tiene siete millones de capital, ¡un error de dos centavos en el balance de fin de mes!





NO ERA ÉSE EL SITIO, NO...



Hoy, pasando por Garay y Chiclana, he visto la estatua de Florencio Sánchez... Unos perros se husmeaban mutuamente al pie del zócalo, y la desolación del cielo agriamente azul sobre la melenuda cabeza del escritor, se sumaba a la tragedia descolorida de un cartelón amarillo del Ejército de Salvación. Y mirando en torno, las humildes casitas de una planta, con cocinita delantera, me impregnaba de tristeza proletaria. Me dije:

—No; no era ése el sitio, no.

Si el alma vive y conserva sus facultades de discernimiento después de la muerte, se me ocurre que al alma de Florencio Sánchez le hubiera gustado que su estatua la pusieran en la calle Corrientes. En cualquier esquina, frente a algún café.

Sí, a él le hubiera gustado allí.

Para que lo contemplen todas las aprendizas de bataclanas, para que su metal y su espíritu se impregnen del perfume de las hetairas que pasan, y para que lo observaran con amabilidad de viejos amigos las actrices que a la una de la madrugada van a tomar un chocolate en cualquiera de los mil cafés que decoran la calle.

Y se me ocurre que el trágico Florencio Sánchez de Riganelli hubiera terminado de sonreír.

Sí... hubiera sonreído al amanecer, cuando el sol alumbra las cornisas de los rascanubes y la calle, repleta de sombras azules y cajones de basura, ostenta mozos que con delantal de carpintero barren los zaguanes y friegan los mármoles de las “botiglierías”.

Hubiera sonreído cuando, a las once de la mañana, salen las muchachas de las “maisones”, y las trasnochadoras, con ojos todavía hinchados de sueño, asoman a los balcones de sus departamentos para “ver cómo se presenta el día”.

Y Florencio Sánchez no hubiera estado solo.

Le haría compañía el tráfico fenomenal de la calle típica. Los muchachos cabelludos, desde el interior de algún café, lo mirarían pensando: “Algún día seremos como vos”, y las viejas actrices, las que están laminadas y trasijadas de escenario y descoloridas por las candilejas, recordándolo pasarían diciendo: “Cómo le gustaban las mujeres. Y más que las mujeres, el arte.”

Y Florencio Sánchez no hubiera estado solo.

Tendría la compañía de sus hermanos los canillitas, los canillitas de la calle Corrientes, que cuando ofrecen una revista a una bataclana lo hacen con el mismo gesto que si le regalaran un ramo de flores. Tendría la compañía de los vigilantes de la calle Corrientes, que cuando ven pasar a sus habituales vecinas, las muchachas de “las cinco de la tarde a las cinco de la mañana”, las saludan amablemente, como si ellos fueran sus amigos. Tendría la compañía de los solemnes vagos y “squenunes” de la urbe, que desde las tres de la tarde a las cuatro de la mañana, se atornillan en las mesas a charlar de nada, de todo, de mucho y de nada.

Y Florencio estaría contento. Me jugaría la cabeza que estaría contento. En su cuerpo de bronce penetraría el calor de tanta mirada de mujer emperifollada y perfumada, tanta sonrisa amable de milongueras y malandrines despertaría su sonrisa. Y estaría siempre acompañado. De sol a sol y de luna a luna escucharía el estrépito de los automóviles bacanes, el ruido de la multitud que entra y sale de los veinte cines y teatros de la calle; recibiría el saludo de los autores noveles, que recién estrenan y que al pasar le dirían:

—Chau, hermano. Algún día te haremos compañía.

Y Florencio estaría contento.

Contento de escuchar las discusiones de los actores que van a tomar el vermouth a la una de la tarde, para almorzar a las dos; regocijado de oír a las tres de la tarde, en la vereda, el taconeo de las grelas que van a comprar yerba para cebarle mate a sus señores de horca, palo y leña; y su espíritu toleraría festivamente el discurso que un poeta borracho, regoldando vino, le largaría un amanecer. Sí, sonreiría. No les quede duda alguna. Porque él amaba la sustancia rea de esta ciudad tan macanuda.

No era un hombre serio que mereciera tener estatua en la avenida Alvear, o en la plaza Constitución. Ni tampoco allí, en Chiclana, junto al desolado cartón amarillo del Ejército de Salvación. No, ¡por Dios! Si Florencio pudiera resucitar, protestaría. Diría que no quiere salvarse. Que si le quieren poner estatua, que... bueno, que lo ubiquen: pero en la calle Corrientes, en la calle más linda del mundo... a la sombra de los teatros, a la vista de las muchachas que se pintan los ojos, los labios y el corazón, y que noche tras noche florecen a la luz de aluminio de la luna y a la luz verde, roja y azul de los cientos de letreros luminosos invitando a pensar que la vida es linda, que las mujeres son buenas y los hombres fraternos.

Sí. A Florencio le hubiera gustado allí... (y si me guardan el secreto), a diez metros del Politeama de ladrillos chocolate y techo complicado, como el puente de un navío.




Bio:

Roberto Arlt nació en Buenos Aires el 26 de abril de 1900. Narrador, periodista y dramaturgo, su producción escrita comprende cuatro novelas: El juguete rabioso (1926), Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931) —originalmente, primera y segunda parte de una sola novela—, y El amor brujo (1932); dos libros de cuentos: El jorobadito (1933) y El criador de gorilas (1941); varias obras de teatro: Trescientos millones (1932), Saverio, el cruel (1936), La isla desierta (1937), El fabricante de fantasmas (1937), África (1938), Separación feroz (1938), La fiesta de hierro (1940), El desierto entra a la ciudad (1942), y dos recopilaciones de sus artículos periodísticos, aparecidos principalmente en el diario El Mundo: Aguafuertes porteñas (1933) y Aguafuertes españolas (1936), además de diversos volúmenes publicados en forma póstuma. Murió el 26 de julio de 1942, de una afección cardíaca, luego de presenciar el ensayo de una de sus obras en el Teatro del Pueblo.

Acordate si salis a milonguear apaga las luces


cuando salis a milonguear apaga las luces, la crisis energetica es mundial, pero aqui ya se esta empezando a sentir mas, igual con la calefaccion que no uses cuando no estas en el bulin

viernes, 20 de julio de 2007

miércoles, 18 de julio de 2007

Eladia Blazquez



Honrar la vida
sueño de barrilete

martes, 17 de julio de 2007

Roberto Goyeneche o mejor dicho el polaco Goyeneche




Naranjo en flor
Viejo ciego
Balada para un loco el polaco Goyeneche y Adriana Varela
Malena

Julio De Caro




El monito
Malajunta

domingo, 15 de julio de 2007

jueves, 12 de julio de 2007

Anibal Troilo .

Quejas de Bandoneon

Carlos Gardel

Leguizamo solo

martes, 10 de julio de 2007

Tita Merello su biografia



Tita no necesitó crear un personaje. En sus más desetenta años de trayectoria artística, simplemente recurrió a expresar, los matices de su propia vida, entregando al público lo peculiar de su personalidad.

No tuvo maestros. Tuvo abandono temprano, calle y tristeza, donde forjó la prepotencia que la caracterizó toda su vida, fiel reflejo de los papeles que le tocó interpretar en el teatro y en el cine.

Un ejemplo de esto, es aquella memorable escena, una de las mejores de todo el cine argentino, de la película "Los isleros". En ella personifica a "La Carancha" (ave nocturna que ataca y devora a los animales más pequeños), mujer agresiva que forma pareja con un hombre tranquilo, un campesino manso. En la escena ella ataca verbalmente a su hombre y este resiste, hasta que lo llama "toruno" (buey o toro castrado), entonces el hombre reacciona y le pega rebencazos hasta amansarla, para finalmente poseerla físicamente.

No nació para cantar. De joven decía con humor tangos reos. Más adelante, a medida que su repertorio se fue ampliando, al intentar sostener las notas, desafinaba. Pero tenía ángel y era aceptada por su público, tanto es así, que de varios temas realizó creaciones inolvidables y de tal magnitud, que ninguna otra cantante se atrevió a incluirlos en su repertorio sin salir mal parada.

El tango Arrabalera -del film del mismo título, basado en la obra teatral de Samuel Eichelbaum, "Un tal Servando Gómez"-, "El choclo", "Se dice de mí", "Pipistrela" y "La milonga y yo", que fuera creada especialmente para ella por el autor y compositor Leopoldo Díaz Vélez, también para una película, son emblemas de su repertorio.

Con respecto a "La milonga y yo", vaya como curiosidad que una parte de su estribillo fue plagiada por Joan Manuel Serrat, aquella que dice: "vamos subiendo la cuesta...", y que las instancias judiciales, después de treinta años, siguen sin resolver el pleito.

Bajita, morocha, de bellas piernas, labios gruesos y sensuales, y ese gesto de mirada insinuante y provocadora, de quien todo lo sabe y todo lo ofrece. Esa era ella y su personaje. Y así fue. Buscó todo con rabia, exultante, consiguió muchas cosas pero también perdió.

Fue registrada como Laura Ana Merello, nacida en la calle Defensa 715, el 11 de octubre de 1904. Hija de Santiago Merello de profesión cochero. Extrañamente no figura en su partida el nombre de su madre. Cuatro años más tarde una muchacha uruguaya llamada Ana Gianelli o Ganelli, se reconoce como su madre en la misma partida de nacimiento. Su padre ya había fallecido con sólo 30 años de edad.

«Yo conocí el hambre. Yo se lo que es el miedo y la vergüenza», con estas frases comenzó el relato de los duros momentos vividos en el asilo donde pasó sus primeros años.

«Mi infancia fue breve. La infancia del pobre es más breve que la del rico. Era triste, pobre y fea». Ya más grande, declaró sin pudor, "haber hecho la calle".

Y acto seguido nos confiesa que ya siendo reconocida en el ambiente artístico, un periodista famoso, al saludarla y tomar su mano, luego de observarla procazmente con intenciones "non santas", le dijo: «Usted en otra vida debió haber sido cortesana.» Y ella contestó: «¿Y ahora qué soy?»

Llega al escenario al enterarse que se necesitaban coristas en un teatro cercano el puerto, de esos característicos que vemos en las películas, frecuentado por marineros y gente del bajo fondo. En este momento viene a mi memoria Marlene Dietrich, aquella alemana bajita, sugerente, de hermosas piernas y desenfadada, los mismos atributos que la Merello, en el film "El ángel azul" donde intentaba cantar en un turbio cafetín y provocando el amor irracional de un serio profesor.

Un periodista de la época lo describe como un teatrillo de mala muerte, casi pornográfico, de nombre "Ba ta clán", a partir de entonces, a las coristas se las llamó "bataclanas", y este término se convirtió en sinónimo de "mujer alegre".

Tiempo más tarde pasó a ser una "vedette" y la bautizaron "La vedette rea". En esta condición estrena la obra "Leguisamo solo", creada por el director musical de la compañía, un italiano acriollado amante del turf, Modesto Papavero, y resulta un notable éxito.

Un famoso crítico teatral que la conoció antes de los años '30 dijo de ella: «Es una de las actrices más temperamentales, más fogosas y de carácter más fuerte de la escena nacional, a la par que es muy picara, muy rápida para las réplicas, muy inteligente, e interpreta los tangos como actriz. Cada tango es un pequeña obrita de teatro.»

Comenzó en el cine con el cine mismo. Aparece en la primera película sonora argentina reconocida como tal, "Tango", del año 1933. Otras posteriores apariciones suyas fueron de "segunda damita joven", pero de personalidad opuesta a la primera actriz que hacía el papel de "cándida" y con quien, en definitiva, se quedaba el galán, todo en un marco de comedia.

Pero cuando en 1937 filma "La fuga" se revela como actriz dramática, desconcertando a productores y directores, por su naturalidad, su expresión y su desenvoltura.

Otras películas importantes de su trayectoria en el cine, que la consagran en forma definitiva, fueron: "Morir en su ley", "Filomena Marturano" (del actor y dramaturgo italiano Eduardo De Filippo), "Los isleros", "Arrabalera", "Pasó en mi barrio", "Guacho", "Para vestir santos", "Amorina" y muchas más hasta superar las cuarenta.

Con el tiempo y en pleno desarrollo de sus éxitos actorales es requerida por el teatro, la televisión y por la radio, medio, este último, en el que continuó hasta su vejez. Ya era "Tita de Buenos Aires".

Como cancionista llegó al disco en el año 1927, para el sello Odeón, con dos temas: "Te acordás reo" (de Emilio Fresedo) y "Volvé mi negra" (de José María Rizutti y letra de Fernando Diez Gómez). En el año 1929 pasa a la Victor donde graba 20 temas, destacándose "Tata ievame p'al centro", "Che pepinito" y "Te has comprado un automóvil".

Luego de un largo paréntesis vuelve a los estudios de grabación, en el año 1954, de la mano de Francisco Canaro, siendo esta su época consagratoria. Allí surgen discos inolvidables como "El choclo", "Se dice de mí", "Arrabalera", "Niño bien", "Pipistrela" y "Llamarada pasional", este último dedicado a Luis Sandrini y del cual es autora.
En las décadas del sesenta y del setenta graba más de cuarenta temas, con las orquestas de Carlos Figari y Héctor Varela.

Todo lo hizo con ímpetu arrollador. Fue mujer de muchos hombres, pero siempre reconoció un solo amor, el del actor Luis Sandrini (fallecido en 1980), con el que vivió alrededor de una década y quien luego la abandonara por una actriz más joven, Malvina Pastorino (fallecida en 1994).

«Mi mejor personaje es el mío. Una actriz dramática se llora a si misma cuando interpreta un personaje teatral.»

Obtuvo premios como actriz, pero lo más importante es el reconocimiento del público, que se mantiene hasta la actualidad y que la consagró como un símbolo de la mujer del tango y de Buenos Aires.

domingo, 8 de julio de 2007

miércoles, 20 de junio de 2007

martes, 12 de junio de 2007

Atahualpa Yupanqui "El destino del canto"


Nada resulta superior al destino del canto.
Ninguna fuerza abatirá tus sueños,porque ellos se nutren con su propia luz.
Se alimentan de su propia pasión.Renacen cada día, para ser.Sí, la tierra señala a sus elegidos.El alma, de la tierra, como una sombra, sigue a los seres
indicados para traducirla en la esperanza, en la pena,
en la soledad.
Si tú eres el elegido, si has sentido el reclamo de la tierra, si comprendes su sombra, te espera
una tremenda responsabilidad.
Puede perseguirte la adversidad,
aquejarte el mal físico,empobrecerte el medio, desconocerte el mundo,
pueden burlarse y negarte los otros,
pero es inútil, nada apagará la lumbre de tu antorcha,porque no es sólo tuya.Es de la tierra que te ha señalado.Y te ha señalado, para tu sacrificio, no para tu vanidad.La luz que alumbra el corazón del artista es una lámpara milagrosa que el pueblo usa para encontrar la belleza en el camino,
la soledad, el miedo, el amor y la muerte.
Si tú no crees en tu pueblo, si no amas, ni esperas, ni sufres, ni gozas con tu pueblo,
no alcanzarás a traducirlo nunca.Escribirás, acaso, tu drama de hombre huraño,solo sin soledad...
Cantarás tu extravío lejos de la grey, pero tu gritoserá un grito solamente tuyo, que nadie podrá ya entender.Sí; la tierra señala a sus elegidos.Y al llegar el final, tendrán su premio, nadie los nombrará,serán lo “anónimo”, pero ninguna tumba guardará su canto... (*)

domingo, 15 de abril de 2007

Clases de tango los Lunes y jueves con el indio


Las clases de tango son los días lunes en La Catedral Sarmiento 4006 y Medrano valor de la clase 10 pesos de 20hs a 21,30hs y los días jueves de 21hs a 23 hs en av federico Lacroze 4181 6to piso, en Chacarita, a la gorra ,se ruega puntualidad gracias.

jueves, 14 de diciembre de 2006

lunes, 4 de diciembre de 2006

Guillermo Bernasconi titiritero guiber02@tutopia.com

Mi amigo el titiritero en San Telmo Buenos Aires Argentina .Todos los domingos en Defensa y Carlos Calvo, es unos de los artistas mas antiguos de la feria y compañero de trabajo de hace muchos años, recomiendo este espectáculo rioplatense y tanguero a todo el mundo especialmente a la familia, los chicos quedan deslumbrados con la magia de este pequeño teatro ambulante, domingos de 3 a 5 de la tarde.

sábado, 2 de diciembre de 2006

"En tus brazos"




Quiero recomendar este films hecho por unos pibes franceses Fx Coby, Eduard.Jouret, Mattheu Landourd, espero les guste tanto como a mi.
El Indio.

jueves, 16 de noviembre de 2006

Sobre el tango nuevo

A mediados de los años 90 después de la recuperación definitiva del tango en los 80 ,nace el tango nuevo , su creador es el maestro y bailarín Gustavo Naveira él junto a Fabian Salas primero y con chicho frumboli después ,en Cochabamba 444 San Telmo, Argentina y Pablo Veron en Francia ,empezaron a investigar sobre formas y términos , desmembrando poco a poco los elementos escenciales de esta danza inagotable en recursos. A punto tal llega la trascendencia del tango nuevo, que compositores y músicos jóvenes empiezan a crear un verdadero fenómeno cultural, en todo el mundo las discos de las grandes capitales, propaganda de televisión,cine, campeonatos ,(cite se juegos Arg 2006 olimpicos Sudamericanos gimnasia rítmica)concursos de baile ,festivales algunos de los ej: Gotan proyec, Bajo Fondo Tango Club, Narco Tango, Daniel Melingo entre otros ................ hay que decir también que la danza es anterior a la música, esto lo podemos comprobar en las fechas de grabacion de los temas, lo remarco por que después se dice que la danza del tango nuevo es posterior a la música, recuerdo a Carlos Libediski de Narco Tango en los 90, andando por la Catedral mirando danzar el tango nuevo, hay que recalcar que que se lo bailaba con música tradicional o con la música del maestro Astor piazzola ,creo que esto inquietó a músicos de todo el mundo como Carlos Libediski a crear música para este movimiento de danza ,esto es una ventaja para los bailarines ya que nace un movimiento que puede expresarse con música en vivo ,es muy interesante cuando músicos y bailarines al mismo tiempo comparten una milonga. Entre otros maestros esta Mauricio Castro, y bailarines que pasaron al tango nuevo Pablo Inza, Ezequiel Farfaro, Adrian Arce, hay otros jóvenes que lo bailan en una próxima publicación hablaremos de ellos. Entre las mujeres bailarinas están Victoria Vieyra ,Lucía Mazer, Moira Castellanos, Cecilia Gonzalez, Eugenia Parrilla ,cantantes :Veronika Silva (argentina )gotan proyec, Adriana Varela bajo fondo, Rosana Laudani Narcotango.los lugares donde se baila: tango cool en Villa Malcom ,Practica x, La Catedral, la fábrica de mosaico ,como todo nuevo movimiento tienen admiradores y detractores ,son muchos los que des notan al tango nuevo pero muchos los que lo cultivan y apoyan especialmente los jóvenes que se sienten mas identificados con sus sonidos coreografías y moda, para mi, el tango nuevo dio aires nuevos a Buenos Aires y creo que no opaca para nada al tango milonguero o de escenario ,simplemente son cosas diferentes pero que hacen a nuestra cultura e identidad además lo reinventamos nosotros ,la argentinidad al palo.

domingo, 12 de noviembre de 2006

La Milonga del Indio

La milonga esta todos los domingos del año de 19 a 24hs , en la plaza Dorrego calle Defensa y Humberto Primo en el barrio de San Telmo .En verano doy una clase de tango a la gorra y de la misma manera funciona la milonga con la presentacion de diferentes artistas .

martes, 19 de septiembre de 2006

Pedro Benavente El Indio

Corina y El Indio

jueves, 14 de septiembre de 2006

San Telmo los domingos


Todos los domingos en San Telmo organizo un espectáculo callejero en la feria, contando una reseña sobre la historia del tango a través de la danza, desde las 1ohs hasta las 18hs durante todo el año y a la gorra. En el verano a las 19hs doy una clase de tango y continuo con una milonga que organizo hace 15 años en pleno corazón de San Telmo en la Placita Dorrego llamada La Milonga del Indio. Funcionando desde las 19:30hs hasta las 22hs en invierno y hasta las 12 de la noche en verano. Además de bailar colaboramos con diferentes lugares que necesitan recursos y alimentos; escuelas, hospitales, comedores, ya que es una milonga solidaria donde se presentan artistas de todos los géneros posibles y la gente baila y colabora en el proyecto. Sin ningún tipo de subsidio pero con todo el esfuerzo y las ganas de hacer cultura popular y difundir el tango, el folclore y otros géneros musicales. En todos estos años recibí el apoyo de todo el barrio y de muchos milongueros y milongueras de todo el mundo, además de artistas reconocidos, tambien jóvenes y viejos que han sabido valorar el trabajo con frío lluvia o calor. Las dificultades que se generaron a través del tiempo hemos sabido resolverlas con paciencia y diálogo. Tanto los equipos de música, el piso y otros elementos son materiales propios que he ido adquiriendo a lo largo del tiempo, de todos modos tengo la esperanza de que alguna vez la milonga y el trabajo callejero que realizo se declare de interés cultural. Creo que después de tantos años los frutos se cosecharan. Invito a todo aquel que quiera disfrutar de un domingo prepare el termo y el mate y se arrime a San Telmo a compartir y disfrutar de artistas, antiguedades y artesanos.... ah!!! y de unos tanguitos...................... el Indio.

Sombre querelle francia

Tango en el mundo ,quien esta en linea ahora.